lunes, 1 de julio de 2013

Soledad

Dama de esquiva presencia,
Tan odiada como deseada,
De piel tersa y bronceada,
De larga y oscura melena
Que al ondear al viento
A quien la mira embelesa.
Profunda y peligrosa mirada,
Cual mar en demasiada calma,
La trampa completa con unos labios para el pecado,
De esos que cuando besas te convierten en esclavo.
Las curvas de su cuerpo,
Nunca podrás olvidar,
Si tus manos sobre él,
Alguna vez lograste posar.
Cuando desnuda está ante ti,
Los deseos no se pueden reprimir,
La necesidad de estar dentro de ella
Crece sin oposición,
Mientras su sensualidad atrapa tu corazón.
Cuando el sexo ha terminado,
La verás sonreír con descaro,
Sabe que desde ese mismo instante,
De su recuerdo no podrá tu mente ausentarse.
Su sexo sabe a libertad,
Pero es la prisión más cruel,
Que una persona pueda imaginar,
Desear sin poder tener,
Y cuando se tiene,
Obtener sabiendo que no se podrá mantener.
Estar a su lado es asfixiante,
Separarse durante largo tiempo,
Agonizante,
Ni contigo ni sin ti,
Quien te ha conocido puede vivir.

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