miércoles, 2 de abril de 2014

La vida y la Muerte

Sentado sobre mi roca,
Solo,
Con la capucha puesta
Y el cigarro en mi boca,
Miro la lista de tareas,
Y te observo en ella.

Llevo días obsevándote,
Llamaste mi atención,
A ti misma torturarte,
Parece tu única pasión,
Tu opinión de la vida,
Es triste de escuchar,
Piensas que no merece vivirla,
Pero no sabes que tu tiempo,
Se agota ya.

Trabajo recogiendo almas,
Y a su pesar,
Llevándolas al más allá,
Crees que no me conoces,
Ni nunca me verás,
Pero nunca se puede engañar,
A la parca,
La que como arma usa,
Una larga guadaña.

Muchas almas he recogido,
Que no valoraban,
El tiempo vivido,
Que deseaban morir,
Pues consideraban su vida,
Una maldición sin fin,
Pero todos sin excepción,
Suplicaron, de rodillas,
Su perdón,
Me falta tiempo, quiero vivir,
A uno tras otro,
Les oía decir.

Es una pena,
No saber la vida valorar,
Y llamarla condena,
Cuando no sabes lo que esa palabra,
Significa de verdad.
Tu caso es triste,
No deberías morir aún,
Más no viste,
Como tus pesares,
Arrastraban a tu salud.

Queda una semana,
Para que mi tacto sientas,
Y esto hablo en voz alta,
Desde mi lejana roca,
Lamentándome,
Que se te entregara un don,
De valor incalculable,
Y que para mi sería, 
El regalo más apreciable.

No hay comentarios: